lunes, 9 de enero de 2012

Obrando con prudencia

"A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte".
Ezequiel 33:7





En nuestra vida cristiana tenemos momentos en los cuales Dios nos permite ver en algunas personas ciertas actitudes que no agradan a Dios, y nuestra responsabilidad es orar primeramente por ello, y cuando sea el tiempo propicio podemos hablarles con mansedumbre y mucha sabiduría; de lo contrario sería una imprudencia de nuestra parte hablarles.
Si bien es cierto que muchas veces se nos dificulta hablar con las personas por temor a herir susceptibilidades, o porque se nos pueda tildar de entrometidos, y esto puede suceder cuando lo hacemos en nuestras fuerzas. Si Dios nos muestra algo es para que primero oremos y entreguemos esa situación a Él, quien todo lo sabe, y es quien puede cambiar las personas y da la correcta solución.
Esto que podemos ver, no es para juzgar, ni criticar, es para ayudar al crecimiento espiritual de las personas; no es para comentárselo a la iglesia, ni a la comunidad y mucho menos al vecino; Dios conoce nuestro corazón y nuestras intenciones; obremos con rectitud delante del Señor, porque no tendrá por inocente al culpable (Nahúm 1:3).
Veamos la definición de prudencia en el diccionario de la lengua española:
Prudencia: Cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños.
Nuestro Señor también nos habla de la prudencia:
"Hijo mío, si recibes mis palabras, y guardas mis Mandamientos dentro de ti, si prestas oído a la sabiduría, si inclinas tu corazón a la prudencia, si clamas a la inteligencia, y a la prudencia das tu voz, si la buscas como a la plata, y la procuras como a tesoros escondidos entonces entenderás el respeto al Eterno, y hallarás el conocimiento de Dios" Proverbios 2:1-5. (El subrayado es mío).
Dios les bendice, un abrazo.