martes, 27 de julio de 2010

La luz que alumbra a los hombres

"USTEDES SON LA LUZ DE ESTE MUNDO...DEL MISMO MODO, PROCUREN USTEDES QUE SU LUZ BRILLE DELANTE DE LA GENTE, PARA QUE, VIENDO EL BIEN QUE USTEDES HACEN, TODOS ALABEN A SU PADRE QUE ESTA EN EL CIELO".
Mateo 5: 14-16




Cuántos de nosotros de verdad somos la luz del mundo? que triste es ver testimonios de personas que  dicen ser hijos de Dios o conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan; son odiosos y rebeldes, incapaces de ninguna obra buena (Tito 1:16);  también debemos saber que en éstos últimos tiempos vendrán días dificiles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión (2 Timoteo 3:1-5). Pero a cuantos de ellos les vemos en las iglesias con una apariencia de piedad que hasta ellos mismos se sorprenden. Es por ésto que muchas personas han dejado de creer en Nuestro Eterno Dios porque hay hipocresía y engaño en aquellos que dicen seguir a Cristo.
Por esta falsedad  es que muchos han perdido su fe, se odián y se traicionán unos a otros...Hay tanta maldad, que la mayoría  ha dejado de tener amor hacia los demás (Mateo 24:10-12).
En éstos  ultimos tiempos hay muchos engañadores: Falsos profetas y maestros que por su fruto podemos conocerlos, llevando a las personas ingenuas a doctrinas de error, tengamos cuidado, no nos dejemos llevar por quienes nos quieren engañar con teorías y argumentos falsos, pues ellos no se apoyan en Cristo, sino en las tradiciones de los hombres y en los poderes que dominan este mundo (Colosenses 2:8).
Reflexionando en este escrito basado en la Palabra de Dios será que podemos decirle a Nuestro Dios: Señor, hazme justicia, pues mi vida no tiene tacha. En ti, Señor, confío firmemente; examíname, ponme a prueba!, pon a prueba mis pensamientos y mis sentimientos más profundos? (Salmo 26:1-2). Acerquemonos más a Dios para que en su infinita misericordia podamos permanecer firmes hasta el fin y alcancemos la salvación (Mateo 24:13). No despreciemos ese sacrificio tan grande de Nuestro Señor Jesucristo que en su gran amor murió por nosotros, redimiéndonos de todos los pecados.
Que nuestra luz brille delante de los hombres todos los días de nuestra vida y así dar testimonio que Jesucristo es nuestro único Señor y Salvador.
Bendiciones






viernes, 16 de julio de 2010

Incredulidad

"Y NO HIZO ALLI MUCHOS MILAGROS, A CAUSA DE LA INCREDULIDAD DE ELLOS"
Mateo 13:58







La incredulidad es la dificultad que tenemos para creer una cosa, es la falta de fe; es un desconcierto abrigar en nuestro corazón cualquier clase de incredulidad, porque esto nos lleva a la desconfianza; pero lo peor es que la incredulidad nos lleva a la desobediencia, porque solo obedecemos cuando vemos la cosas,  pero precisamente la Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción  de lo que no se ve (Hebreos 11:1); es decir Fe es creer, es fidelidad, es confianza en Nuestro Eterno Dios.
Por eso , como dice el Espíritu Santo en la Escritura: Si hoy escuchan ustedes  lo que Dios dice, no endurezcan su corazón como aquellos que se rebelaron y pusieron a Dios a prueba  en el desierto. Allí me pusieron a prueba los antepasados de ustedes, aun cuando habían visto mis obras durante cuarenta años (Hebreos 3:7-9). Éstas palabras de Nuestro Dios nos muestra su dolor causado por la  incredulidad  de su pueblo. Hoy pasa lo mismo los afanes de la vida nos llevan a tener una vida espiritual muy liviana; no tenemos tiempo para tener comunión con Nuestro Padre eterno; no hay tiempo para meditar en su Palabra, porque no es lo mismo leer que meditar y como consecuencia de todas estas circunstancias tenemos en nuestro corazón  una  actitud de incredulidad y por ende hacemos todo en nuestras fuerzas sin la dirección del Santo Espíritu de Dios y al final de todo nos sentimos cansados y hasta frustrados.
Observemos a Jesús reprender a sus discípulos por su actitud incrédula en la sanidad de un muchacho lunático, a quien no pudieron sacar un demonio; por falta de fe (Mateo 17:14-21); y ésta fe solo se acrecienta a través de la oración y la meditación de la Palabra. Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
Hoy le animo a buscar más de la presencia y guianza de Nuestro Eterno Dios, para que a través de su Santo Espíritu y en el  amor de su Santo hijo Nuestro Señor Jesucristo nos quite toda dureza e incredulidad de  nuestro corazón, porque ésto no nos permite entrar al reposo de Dios, tal como le pasó a aquellos en el desierto que no obedecieron y vemos que no pudieron entrar  porque no creyeron (Hebreos 3:18-19).
Muchas bendiciones.





lunes, 12 de julio de 2010

La obediencia

"CIERTAMENTE EL OBEDECER ES MEJOR QUE LOS SACRIFICIOS, Y EL PRESTAR ATENCIÓN QUE LA  
GROSURA DE LOS CARNEROS.
PORQUE COMO PECADO DE ADIVINACIÓN ES LA REBELIÓN, Y COMO ÍDOLOS E IDOLATRÍA LA OBSTINACIÓN"
1Samuel 15:22-23



A todo lo largo de las Sagradas Escrituras, Nuestro Dios nos ha demandado obediencia  porque al obedecer tenemos prosperidad, bondad , largura de días, seremos bienaventurados, tenemos entrada al reino de los cielos, y la comunión divina entre otras. Pero como nos dice Pablo en su carta a los Romanos:  Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago (7:19), siempre nuestra vieja naturaleza está dispuesta a satisfacer los deseos de la carne y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8).
Un ejemplo de obediencia lo tenemos en Jesús, quien en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8); ésta obediencia de Jesús es la que nos permite vivir en la gracia, es el regalo inmerecido. Ésta obediencia de Jesús, es la que nos ha justificado  haciéndonos santos y perfectos ante el Padre Celestial, redimiéndonos del pecado mediante su preciosa sangre.
Nuestra convicción de quien es Cristo en nuestras vidas y que somos en Él, nos lleva a una vida de obediencia; así, firmes y con raíces profundas en el amor, podemos comprender cuan ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo; al conocer ese amor, que es mucho más grande que todo cuanto podemos conocer, podemos estar completamente llenos de Dios (Efesios 3:17-19)
Que nuestra plegaria a Dios sea el de vivir en obediencia  por amor a Él, en una actitud de gratitud y poder comprender el amor de Jesucristo en toda su dimensión a tal punto que se sacrificó en la cruz por cada uno de nosostros, qué gran amor y obediencia!
Bendiciones