miércoles, 10 de febrero de 2016

El mundo necesita de un Salvador: Jesucristo.

Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas.  Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Romanos 3:21-25 

La aflicción que sufre este planeta por el pecado es grande, pues a lo malo le llaman bueno y a lo bueno, malo; la tierra esta enferma; y no hay excusa para entender que hay un Salvador: Jesucristo, que está a las puertas de su venida; las señales de las cuales se habla en las Sagradas Escrituras se están cumpliendo.
Su presencia se manifiesta en el firmamento, en toda la naturaleza, y en nuestro propio ser, ¿Cómo desconocer la mano creadora de un Dios Todopoderoso? nuestra propia conciencia lo confirma.
No hay excusa para el desconocimiento de nuestro Salvador Jesucristo.
Es la dureza del corazón y las fuerzas antagónicas de las tinieblas que han velado los ojos espirituales para que la luz de Cristo no resplandezca en los corazones.   Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.
Hebreos 3:12-13

Acerquémonos a ese maravilloso Dios y Padre a través de su Hijo Jesucristo con un verdadero arrepentimiento confesando con los labios que Jesucristo es el Señor.
CRISTO VIVE Y REINA.

Un abrazo y muchas bendiciones.