martes, 31 de enero de 2012

La arrogancia de nuestra boca

"No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca. Porque el Dios de todo saber es el Eterno. A él le toca pesar las acciones".  1 Samuel 2:3


Al proferir palabra debemos tener en cuenta lo que nos dice Dios en sus Sagradas Escrituras, es importante conocer que las palabras tienen poder, es lo que confiesa nuestra boca; de modo que muchas veces maldecimos la obra de nuestras manos por nuestras palabras,  "La muerte y la vida están en poder de la lengua, el que la ama comerá de sus frutos" Proverbios 18:21.
¿Cómo podemos estar maldiciendo? cuando le decimos a alguien que no es capaz, que no puede, que es un perezoso, que es un necio; todas estas expresiones son maldiciones; la forma correcta de expresarnos es no darle el adjetivo a la persona, es NO decirle que él es esto o aquello, sino expresar lo que en él es o hace tal cosa. Cuando estamos alcanzando una persona para Cristo, también proferimos maldición al expresar, que ella es difícil, que no dispone el corazón, como si la obra fuera nuestra, esa alma es una primicia de Dios; por nuestras palabras arrogantes, estamos destruyendo la obra de Dios en esa persona, es nuestro testimonio, es la Luz que llevamos en el corazón que da convicción a las personas, nosotros sólo somos instrumentos de Dios.
Si nosotros hiciéramos un análisis de nuestras acciones, veríamos que muchas veces éstas, son el resultado de palabras que con altivez y orgullo las hemos lanzado. 

Por eso observamos en la oración de Ana, 1 Samuel 2: 1-10, en el versículo 6, como su rival la irritaba enojándola y entristeciéndola porque el Señor no le había concedido tener hijos; declaraba palabras arrogantes contra Ana, cuando oró al Señor exclamó no hablar con tanto orgullo y altivez, pues es Dios quien conoce las intenciones, y juzga nuestro obrar.
Hay que tener sumo cuidado al tratar al prójimo, si queremos que nos traten con amor, sinceridad y respeto; tratemos así mismo a los demás. "Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas" Mateo 7:12. 
Renovemos nuestra mente con la Palabra de Dios, y estemos atentos a todo lo que confesemos con nuestra boca, es importante saber cómo cristianos que la voluntad perfecta de Dios es nuestra obediencia a sus mandatos contenidos en las Sagradas Escrituras.

Bendiciones