domingo, 30 de octubre de 2011

La crianza de los hijos

"Ahí tienes al avestruz: aletea alegremente, como si tuviera alas de cigueña, y abandona los huevos en la arena para que se incuben al calor del sol. No piensa que alguien puede aplastarlos, que algún animal puede pisotearlos. Es cruel con sus crías, como si no fueran suyas, y no le importa que resulte inútil su trabajo. Es que yo no le di inteligencia; le negué el buen sentido. Pero cuando se levanta y echa a correr, se ríe de caballos y jinetes" Job 39:13-18


Ésta palabra de las Sagradas Escrituras es un buen ejemplo, para que reflexionemos sobre la importancia de criar nuestros hijos, y no dejarlos a la deriva para que nadie les haga daño; tal como la madre avestruz, que no tienen cuidado de sus crías.
La responsabilidad de la crianza de los hijos es de ambos padres (mamá y papá), y debe estar basada en los mandatos de Dios; pero como madres, coherederas de la gracia de la vida, nos corresponde el cuidado  de nuestros hijos, no importa la edad, ni las circunstancias, son nuestros hijos; la herencia que Dios nos ha dado (Salmo127:3) y que un día estaremos ante su presencia para dar cuenta de ellos.
El apóstol Pablo, en Tito 2:3-5 le recomienda a las ancianas de la iglesia: " Enseñar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser juiciosas, puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sujetas a sus esposos, para que nadie pueda hablar mal del mensaje de Dios" (el subrayado es mío).
El Señor por boca de Moisés le ordenó al pueblo de Israel que guardaran sus mandamientos para que los pusieran por obra y se los enseñaran a sus hijos y a los hijos de sus hijos todos los días de sus vidas, y dijo: " Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (Deuteronomio 6:1-7).
También el Señor como padres nos exhorta a no provocar a ira a nuestros hijos sino a criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4).

Bendiciones


La invitación de Cristo

 

La parábola de la gran cena

"Al oir esto, uno de los que estaban sentados a la mesa le dijo a Jesús:
¡Dichoso el que participe del banquete del reino de Dios!
.Jesús le dijo:
Un hombre dio una gran cena, y mandó invitar a muchas personas.  A la hora de la cena mandó a su criado a decir a los invitados: 'Vengan, porque ya la cena está lista.'  Pero todos comenzaron a disculparse. El primero dijo: 'Acabo de comprar un terreno, y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.'  Otro dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes.'  Y otro dijo: 'Acabo de casarme, y no puedo ir.'  El criado regresó y se lo contó todo a su amo. Entonces el amo se enojó, y le dijo al criado: 'Ve pronto por las calles y los callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los inválidos, los ciegos y los cojos.'  Más tarde, el criado dijo: 'Señor, ya hice lo que usted me mandó, y todavía hay lugar.'  Entonces el amo le dijo al criado: 'Ve por los caminos y los cercados, y obliga a otros a entrar, para que se llene mi casa.  Porque les digo que ninguno de aquellos primeros invitados comerá de mi cena".
Lucas 14:15-24

Según el Nuevo Testamento,  podemos observar que los invitados de esta parábola fueron los Judios, quienes rechazaron la invitación del Señor Jesús (Hechos 13:46). Pero sabemos que si se arrepienten, también serán salvos (Romanos 11:22-23-25-26-27).

Hoy día podemos aplicarla para estos tiempos, donde  los afanes de este mundo y el amor por las riquezas hacen que pospongamos cada vez la invitación que Dios nos hace para seguirle, y servirle; cuantos de nosotros hemos elaborado una serie de excusas a nuestro Creador y Salvador para atender a su llamado;  que no nos pase a nosotros lo mismo de la Parábola, desatender su invitación y quedar excluidos de esa gran cena. Detengamos nuestro caminar, reflexionemos, no hay excusa, atendamos el llamado que el Señor Jesucristo nos hace en el día de hoy y sigamos su caminar.
"El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; y el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió." Lucas 10:16
Bendiciones.






sábado, 22 de octubre de 2011

La Palabra de Dios en nuestros corazones

"La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales".
Colosenses 3:16 


Cuando la Palabra rebosa en nuestro corazón, el Espíritu Santo conforme sea el momento que vivamos, Él toma la Palabra precisa para dicha circunstancia trayendo solución a ese momento, porque sabemos que la Palabra trae sanidad, libertad, dirección, seguridad, exhortación, crecimiento espiritual, y esperanza a nuestras vidas. Por eso es tan importante aprenderla, memorizarla y meditarla cada día, para que quede impresa en nuestro corazón.
Cuando estamos en Cristo nuestro lenguaje debe ser la Palabra de Dios, para dar consuelo a los corazones afligidos, para levantar a los caídos, para fortalecer a los débiles, para dar seguridad en momentos en que falta la fe y para exhortar a permanecer firmes. Por tal motivo es necesario y podría decir urgente que como cristianos la Palabra de Dios debe morar en abundancia en nosotros.
¿Si no tenemos Palabra en el corazón de dónde el Espíritu Santo tomará una Palabra para animarnos o hablarnos a nuestro corazón, o de dónde tomará Palabra para levantar a otros a través nuestro?  Nuestras palabras entraran por un oído y saldrán por el otro, no desconozco de la buena intención de nuestras palabras y ayudan por un momento, pero es pasajero, porque sólo la Palabra de Dios es la que trae sanidad, liberación, restauración y firmeza a las personas.
"Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio". Proverbios 30:5 (NVI).

Dios les bendiga grandemente.




lunes, 17 de octubre de 2011

Cristo vive y reina



Esta Palabra es maravillosa; ¡Él vive! que seguridad tenemos en nuestro Salvador JESUCRISTO, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén (Romanos 9:5). Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos (Romanos 14:8b), fuimos comprados a precio de su sangre preciosa; nuestra vida debe ser de entrega y rendición a Él, para llevar una vida de santidad, por Él debemos permitir una vida dispuesta a su Santo Espíritu para que seamos santificados día a día a través de su Palabra.
En Él estamos completos, ya que en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9-10). En que mejores manos podrían estar nuestras vidas, sino en las manos de Él, donde nunca nadie nos podrá arrebatar, donde jamás pereceremos; en Él estamos seguros.
Nuestro compromiso personal, debe ser radical y muy convencidos del amor de Jesucristo y del sacrificio en la cruz, quien sufrió la muerte y muerte de cruz para que nosotros tuviéramos vida y vida eterna; ¡qué dádiva de Dios por amor a nosotros! (Romanos 6:23). Por tal motivo nuestras vidas deben ser apartadas del mundo, para vivir vidas santas para Dios,
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1juan 2:15-17).

Bendiciones.



martes, 11 de octubre de 2011

La gracia de Dios y nuestra fe

"Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús".  1Corintios 1:4

 La gracia es la  misericordia,  amor y  perdón de Dios;  por medio de la cual da salvación y vida eterna a todos los pecadores, por la fe en Cristo Jesús, a través del Espíritu Santo; quien imparte en nosotros el poder para hacer la voluntad de Dios y apartarnos del pecado.
El don de esa gracia de Dios es la Salvación,  y esta sólo puede obtenerse por la fe.

Veamos qué es fe según el diccionario de la lengua española: Fidelidad en cumplir los compromisos, lealtad, garantía. Confianza. Creencia en los dogmas de una religión. Creencia fervorosa. Fidelidad. Atestiguar, certificar.
El significado es claro; luego, la fe para alcanzar la salvación es creer en Jesucristo, no existe otro medio; en Romanos 10:9 nos dice que "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, será salvo"  Ahora, nosotros no nos podemos quedar ahí; debemos disponer nuestro corazón día a día, para que la obra del Espíritu Santo de Dios continúe en cada uno de nosotros, santificándonos mediante su Palabra.
Si no creemos,  si no hay un verdadero arrepentimiento, si no hay obediencia y no hay entrega y rendición, no puede haber fe. Porque la fe: 

-Es creer y confiar de todo corazón que Jesucristo murió en la cruz y resucito, y está a la diestra de Dios.  (Romanos 10:9)
-Es tener un genuino arrepentimiento, reconocer que somos pecadores y apartarnos del pecado, con el propósito de rendir nuestra voluntad a Jesucristo.  (Hechos 3:19)
-Es una fiel obediencia  al Señor Jesucristo y a su Palabra;  la fe nos debe llevar a vivir una vida intachable; una vida basada en la santidad.  (Josué 1:8)
-Es entrega y rendición a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.  (Salmo 5:3) 

Esa fe implica vivir en una relación personal día a día, fundamentada en la meditación de su Palabra;  esa fe es la que nos lleva a crecer en el conocimiento de Dios, a dar fruto en toda buena obra y a ser fortalecidos en todo sentido en su glorioso poder (Colosenses 1:10-11).

Que Dios les bendiga.




viernes, 7 de octubre de 2011

Dificultades y padecimientos en nuestra vida cristiana

"Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?" 1Pedro 4:18


Esta Palabra no se refiere a la gracia de Dios, a ese regalo inmerecido de la salvación que sólo Dios nos lo da a través de la fe en su Hijo Jesucristo, y de hecho, en él estamos seguros, ¡No! se refiere a las diferentes pruebas por las que pasamos los creyentes, es por eso que el apóstol Pedro nos exhorta a gozarnos de tener parte en los padecimientos de Cristo (V.13); a permanecer fieles en Él, en todos los momentos de sufrimientos; es aquí donde muchos retroceden y no permanecen firmes en Cristo, al contrario debemos tener fortaleza en estos padecimientos, con una convicción ferrea de quienes somos en Cristo y quien es Cristo en nosotros y así llevar una vida intachable por amor a aquel que nos amó y murió en la cruz por nosotros:  JESUCRISTO.

El apóstol Pedro en esta primera carta tenía un propósito y era animar a estos cristianos que se habían convertido del paganismo, a permanecer firmes en Dios a pesar de la difícil situación por la que estaban pasando.
Hoy día, esta carta sigue en pie para nosotros, animándonos a no desfallecer, a no perder la fe,  en estos momentos en que el mundo esta tan revolucionado, hay caos y corrupción en los distintas esferas del gobierno en todo el mundo, guerras, terrorismo, pobreza extrema en los países tercermundistas, el mal uso de los recursos naturales, el recalentamiento de la tierra, problemas sociales de toda índole, la no libertad para predicar el evangelio, la guerra de las religiones, que de una u otra manera repercuten en nuestro entorno personal y familiar,  esto sumado a las  aflicciones y quebrantos a nivel personal.  No permitamos que esta serie de dificultades  nos aparten de nuestro Eterno y fiel Dios. 
Ahora si nosotros estamos en Cristo, y sufrimos todos estos padecimientos firmes en nuestra fe, nos preguntamos qué será del impio y pecador?
"Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado" (1 Pedro 4: 14)

Bendiciones. 

domingo, 2 de octubre de 2011

La ley y la gracia de Dios




Para entender qué es la Gracia y qué es la Ley, es necesario tener definidos los conceptos y así conocer el contexto de la Palabra. Y poder diferenciar lo que es el pueblo de Israel y la Iglesia de Jesucristo.
Veamos pues, el pueblo de Israel vivió en la ley, y la Iglesia de Jesucristo vive en la Gracia; no vive en la ley, por lo tanto no somos el pueblo de Israel; somos el cuerpo de Cristo y él es la cabeza de la  Iglesia. Conociendo esta diferencia,  usted puede escudriñar mejor las Sagradas Escrituras y no dejarse engañar con nuevas doctrinas. Seamos como los de Berea, que todo lo que se les enseñaba lo escudriñaban en las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hechos 17:11). Les presento en forma sencilla y clara estos conceptos.

¿Qué es la Ley?
La Ley existió antes de la gracia; en la Ley, el perdón y la salvación se obtenían por medio de obras; esto era imposible cumplirlo, nadie podía en su totalidad obedecer la ley, lo confirma Gálatas 3:10 que nos dice:  "Quienes ponen su confianza en la ley están bajo maldición, porque la Escritura dice: "Maldito sea el que no cumple fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley"
Por tanto está claro que nadie es reconocido como justo en virtud de la ley, pues la Escritura dice: " El justo por la fe vivirá" Gálatas 3:11. También en Gálatas 2:16 nos dice: "...sabemos que nadie es reconocido como justo por cumplir la ley sino gracias a la fe en Jesucristo".
"Antes de venir la fe, la ley nos tenia presos, esperando a que la fe fuera dada a conocer. La ley era para nosotros como el esclavo que vigila a los niños, hasta que viniera Cristo, para que por la fe obtuviéramos la justicia. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos a cargo de ese esclavo que era la ley, pues por la fe en Cristo Jesús todos ustedes son hijos de Dios, ya que al unirse a Cristo en el bautismo, han quedado revestidos de Cristo" Gálatas 3:23-27.
¡Cristo pone término a la ley!

¿Qué es la Gracia?
La gracia es la  misericordia,  amor y  perdón de Dios;  por medio de la cual da salvación y vida eterna a todos los pecadores, por la fe en Cristo Jesús.
 Este concepto está plasmado en Juan 3:16 "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" .
"Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón. Este perdón se alcanza por la fe. ...El quería mostrar en el tiempo presente cómo nos hace justos; pues así como él es justo, hace justos a los que creen en Jesús" Romanos 3:25-26
Esto nos lo confirma Efesios 2:8-9 "Porque por Gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe"
Ahora la libertad que nos ha dado Cristo, no la convirtamos en libertinaje, como nos lo dice Galatas 5:13; y en 1 de Pedro 2:15 -16 "Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios".  
Veamos en  Tito 2.11–13  lo que  nos enseña sobre la gracia de Dios: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo".
Esta Palabra nos muestran claramente que la gracia de Dios no se refiere únicamente a su gran misericordia, al amor y al perdón de Dios, sino que se refiere también al poder que Dios nos da a través del Espíritu Santo, para dejar de practicar el pecado en nuestro diario día a día y así vivir una vida de santidad.

Bendiciones.