jueves, 31 de diciembre de 2015

La armadura de Dios


Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Efesios 6:11

Ponerse la armadura de Dios, no es colocarse imaginariamente la indumentaria militar de un soldado romano; no, la armadura de Dios, es un estilo de vida que todo cristiano debe llevar contra las artimañas del enemigo; el apóstol Pablo usa una metáfora con la armadura que todo creyente debe usar y la vestimenta de un soldado romano.
Cuando el apóstol Pablo habla de colocarse o ponerse la armadura, no lo dice literalmente, es una manera de exhortarnos a estar preparados día a día, y va explicando paso a paso en forma metafórica con la vestimenta del soldado romano.


Cinturón de la verdad. El cinturón ceñía la coraza, era de cuero chapeado de metal y de el pendía la espada.
Lo primero que debemos hacer es ceñir nuestros lomos con la verdad, nuestra fuerza humana está en nuestros lomos, esto significa espiritualmente que nada debemos hacer en nuestra fuerza humana y que ésta debe estar ceñida, o ajustada a la Palabra de Dios, pues es en el poder del Espíritu Santo que debemos estar fortalecidos y no en nuestras fuerzas.

La coraza de justicia. La coraza era una cubierta resistente de metal que servía para proteger el pecho y la espalda del soldado.
Es tener la convicción en nuestro corazón de que la justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo, por quien hemos sido justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención por su sangre. Esto implica llevar una vida de rectitud y santidad, agradándole a Dios en todo; dando fruto en toda buena obra, creciendo en el conocimiento de Dios y fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder.


Calzado los pies. los pies se calzaban con sandalias pesadas típicas de los soldados romanos; estaban hechas de cuero, atadas desde el centro del pie hasta la parte superior del tobillo.
Calzar nuestros pies es tener la disposición constante de anunciar el evangelio de la paz.  El apóstol Pablo nos exhorta a predicar la Palabra, y que insistamos cuando sea oportuno y aún cuando no lo sea (2Timoteo 4:2) 


El escudo de la fe; El escudo era la principal forma de protección para el cuerpo de los soldados romanos. El propósito de este escudo era desviar los misiles del enemigo y ofrecer protección contra el impacto de la espada.
Tener fe significa creer y confiar plenamente en Jesucristo como Señor y Salvador personal, llevando una vida de obediencia a Jesucristo por amor y gratitud, basada en la Palabra de Dios; y así contrarrestar las flechas encendidas del enemigo, que son toda clase de pensamientos pecaminosos, de duda, de desánimo, de muerte, de enfermedad, de fracaso y muchos otros que el enemigo usa para derrotarnos; pero gracias a Cristo Jesús somos mas que victoriosos.    

El yelmo de la salvación. El yelmo es la parte de la armadura que protege la cabeza y el rostro del soldado, si en algo debemos de estar seguros y confiados como cristianos nacidos de nuevo, es en nuestra salvación, que a través de nuestro Señor Jesucristo nos fue dada. Esto implica que debemos cada día renovar nuestra mente a través de la Palabra de Dios; y que nuestra forma de ver, oír, y hablar sea coherente también con la Fe que profesamos.

La espada del Espíritu, es la Palabra de Dios; es el arma ofensiva y defensiva que los creyentes tenemos contra toda acechanza del enemigo. En Mateo 4: 1-11 Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el diablo, después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre y vino el tentador haciéndole varias propuestas que Jesús rechazo mediante la Palabra de Dios, diciendo siempre: Escrito está. 

Orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, por todos los santos, se debe orar por el cuerpo de Cristo, la iglesia; guiados por el Espíritu Santo. Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo. Romanos 8:26

En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el SEÑOR al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto. 1 Samuel 12:23

Bendiciones