martes, 21 de febrero de 2012

El poder de Dios

"Entonces Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el Nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate, y anda!" Hechos 3:6



Creo que muchos anhelamos el poder de Dios que tenia Pedro; demos una mirada a hechos 1:14 y 2:1; Lucas nos dice en ambos versículos, que los apóstoles perseveraban unánimes en oración.

Si miramos las cartas de Pedro y Juan la convicción que hay en ellos, la hacen notoria en sus escritos, hombres que profesaban una fe férrea en Cristo; unos hombres que tenían muy claro quiénes eran en Cristo y quién era Cristo en ellos; unos hombres llenos del Espíritu Santo. En hechos 6:4 también vemos la preocupación de Pedro acerca de la oración y el ministerio de la palabra.

La constante búsqueda de la presencia de Dios en oración y el conocerlo a través de las Sagradas Escrituras meditándolas, nos permite entender y comprender en quien hemos creído, hacen que cada día nuestra fe crezca y el poder de Dios se acreciente en nuestras vidas; porque así podemos comprender de donde emana ese poder del Altísimo, que era la claridad que había en estos apóstoles de Jesús. Pero si no escudriñamos las Santas Escrituras, y sólo nos quedamos con lo que aprendemos en el instituto, o lo que nos enseñan en las iglesia, así no podemos entender nada del conocimiento de Dios, y si nuestra vida de oración o de intimidad con nuestro Eterno Dios y Padre, es muy inconstante, entonces no podemos pretender alcanzar ese poder de Dios.

La Palabra es la que cada día nos santifica (Juan 17:17), luego cómo nos vamos a santificar si no la meditamos y aún mas cómo vamos adquiriendo la imagen de Cristo si no lo conocemos, si la Palabra es Cristo Jesús.

La iglesia esta carente de oración y de la meditación de la Palabra, estamos viviendo una tibieza, de la cual nos habla la iglesia de la Laodicea (Apocalipsis 3:16-17), nuestra preocupación es la búsqueda del bienestar.

Hagamos un alto en nuestro camino espiritual, y hoy comencemos por nosotros mismos, a buscar la presencia de Dios en oración y conozcámoslo mediante su Palabra, para ser santificados a través de ella, y así alcanzar ese glorioso poder de Dios.
"Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder" 1Corintios 4:20.


Dios les colme de bendiciones