lunes, 14 de septiembre de 2015

Viviendo vidas religiosas

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado... Isaías 29:13


Cuando se vive bajo la dirección del Espíritu Santo, dice la Palabra somos hijos de Dios (Romanos 8:14), y vivir bajo la guía del Espíritu Santo es vivir a la luz de la Palabra, de lo contrario el vivir independiente de la Palabra de Dios, que es Jesús mismo hablándonos, nos hacemos religiosos y legalistas, no esperamos con paciencia la voluntad de nuestro Dios y Padre y todo lo hacemos en nuestras fuerzas; cuando las cosas son de Dios todo viene derecho, el cubre todo y el se encarga de que su propósito se lleve a cabo sin interferencias, y lo más importante nuestra paz no se debilita; no hay agotamiento; pero esto depende de su comunión con Dios, veamos Hechos 16:6-10 : Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.
Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
La Palabra tiene que ser entronada en nuestro corazón mediante el Espíritu Santo, porque la Palabra es la que sana, libera, restaura, salva; la Palabra es vida; a través de la Palabra el Espíritu Santo nos da revelación y sabiduría.
Podemos conocer la Santa Biblia de principio a fin, pero si no la meditamos a través del Espíritu Santo, de nada nos sirve, nos volvemos religiosos y legalistas como los Fariseos en tiempos de Jesús.
Hijo mío, no olvides mis enseñanzas; y ten en mente mis mandamientos, porque alargarán tu existencia y te darán años de vida y paz. Proverbios 3:1-2

Un abrazo lleno de bendiciones