viernes, 28 de mayo de 2010

Discernir el cuerpo de Cristo

"JESÚS LES DIJO: DE CIERTO, DE CIERTO OS DIGO: SI NO COMÉIS LA CARNE DEL HIJO DEL HOMBRE, Y BEBÉIS SU SANGRE, NO TENÉIS VIDA EN VOSOTROS.
EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, TIENE VIDA ETERNA; Y YO LE RESUCITARÉ EN EL DÍA POSTRERO"
Juan: 6:53-54



Si es bien cierto que nosotros tenemos el conocimiento de que Jesucristo es el hijo de Dios y que murió por nosotros y por toda la humanidad y que con su sangre nos redimió del pecado, también es cierto que muchos de nosotros no lo hemos podido asimilar en nuestro corazón, no hay esa convicción férrea y profunda del amor sacrificial de Jesús y sólo se podrá discernir a través de la obra maravillosa del Espíritu Santo; porque si ésta verdad estuviera arraigada en nuestro corazón, nuestras actitudes de gratitud serían disponer todo nuestro ser a dar lo mejor de si; cumplir  sus mandatos por amor a Él, los cuales, Jesús los resumen en dos grandes mandamientos: El primero: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos (Marcos: 12:29-31).
El no discernir en nuestro ser interior la muerte de Jesucristo en el madero de la cruz, es un obstáculo para el crecimiento de nuestra vida espiritual; porque no solamente se trata de confesarlo, sino de vivirlo; y éste es un punto de partida para crecer en el conocimiento de Dios a través de Jesucristo Nuestro Señor y Salvador y crecer en su amor (2Pedro:3:18).

Clamemos a Dios, para  entender y comprender el amor sacrificial de Jesús en la cruz, no divaguemos más en nuestro corazón y pongamos la mirada  en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona (Hebreos: 12:2).
Que Dios los bendiga con abundancia