viernes, 20 de julio de 2018

Hambre y sed de Dios



 ¿A quién tengo en el cielo? ¡Solo a ti! Estando contigo nada quiero en la tierra. 
Salmos 73:25

Esta expresión del salmista nos muestra su entrega total a Dios, pero también la saciedad de Dios en su vida. Si de algo debemos estar seguros es que no hay nada fuera de Dios, Él lo suple todo; Él es la fuente de nuestra vida, sin Él nada podemos hacer y fuera de Él no existe nada, es la razón de nuestro existir.
A través de la meditación en la Palabra de Dios, nos damos cuenta que es allí donde nuestra alma tiene reposo porque el Espíritu Santo nos da entendimiento para comprender que sólo Dios puede suplir nuestras necesidades espirituales, físicas y materiales; que sólo Dios puede llenar nuestros vacíos, Él es el agua viva que sacia nuestra sed, Él es el pan de vida que sacia nuestra hambre. 
Toda angustia, toda depresión, toda ansiedad son reflejos de una vida de no relación con ese Dios vivo: Jesucristo, porque cuando se lleva esa relación personal día a día, Él lo llena todoporque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y en Él estamos completos... (Colosenses 2: 9-10).  

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo:"Si alguno tiene sed, venga a mi y beba. Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura". Juan 7:37-38

Un abrazo lleno de bendiciones.