domingo, 24 de abril de 2011

La muerte de Jesucristo



MAS DIOS MUESTRA SU AMOR PARA CON NOSOTROS, EN QUE SIENDO AUN PECADORES, CRISTO MURIO POR NOSOTROS.
Romanos 5:8






En todo el mundo se está conmemorando un año más de la muerte de Cristo, una muerte de la cual no era culpable: quienes debíamos estar en esa cruz éramos nosotros: Usted y yo y el resto de la humanidad, y muy vanagloriosos decimos muchas veces, que no somos pecadores que no tenemos ningún pecado; le aclaro, cuando nacemos venimos con el pecado de Adán, por él entró el pecado a nuestra vida; luego llevamos pecado, y como consecuencia tenemos toda clase de pecados como envidias, egoísmos, murmuraciones, lujurias, brujerías, enojos, iras, contienda, palabras vulgares y toda clase de adoración que no sea al Creador y Dios Todopoderoso etc. Y muy vanagloriosos decimos que Jesucristo pagó por ello, pero déjeme decirle que en la Palabra de Dios en Romanos 10:9 nos dice “que sólo cuando usted cree en su corazón, muy convencido de que Jesús fue enviado por Dios y que resucitó de entre los muertos y lo declara con sus labios con esa convicción férrea, en un arrepentimiento genuino de su vida pecaminosa; usted es salvo” (las palabras subrayadas son mías), solo así usted es justificado por la muerte y resurrección de Cristo ante nuestro Dios; a partir de este momento su vida comienza a ser transformada, y su mente se va renovando mediante la Palabra divina que es la Biblia y con una relación de amistad día a día con Nuestro Dios a través de Jesucristo. Todo lo que usted vive en momentos de tribulación, paciencia, prueba, esperanza solo lo podrá soportar con la ayuda del amor del Santo Espíritu de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones (Romanos 5:3-5).

Estos días especiales de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo quiero invitarlo a vivir este tiempo no con hechos religiosos externos, sino con un verdadero arrepentimiento en su ser interior, en su corazón; con un propósito de morir al pecado y seguir las pisadas de Jesús de Nazaret. Invítelo a su corazón para que Él viva en usted.  Bendiciones.

¡CRISTO TE AMA!