"Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús". 1Corintios 1:4
La gracia es la misericordia, amor y perdón de Dios; por medio de la cual da salvación y vida eterna a todos los pecadores, por la fe en Cristo Jesús, a través del Espíritu Santo; quien imparte en nosotros el poder para hacer la voluntad de Dios y apartarnos del pecado.
El don de esa gracia de Dios es la Salvación, y esta sólo puede obtenerse por la fe.
Veamos qué es fe según el diccionario de la lengua española: Fidelidad en cumplir los compromisos, lealtad, garantía. Confianza. Creencia en los dogmas de una religión. Creencia fervorosa. Fidelidad. Atestiguar, certificar.
El significado es claro; luego, la fe para alcanzar la salvación es creer en Jesucristo, no existe otro medio; en Romanos 10:9 nos dice que "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, será salvo" Ahora, nosotros no nos podemos quedar ahí; debemos disponer nuestro corazón día a día, para que la obra del Espíritu Santo de Dios continúe en cada uno de nosotros, santificándonos mediante su Palabra.
Si no creemos, si no hay un verdadero arrepentimiento, si no hay obediencia y no hay entrega y rendición, no puede haber fe. Porque la fe:
-Es creer y confiar de todo corazón que Jesucristo murió en la cruz y resucito, y está a la diestra de Dios. (Romanos 10:9)
-Es tener un genuino arrepentimiento, reconocer que somos pecadores y apartarnos del pecado, con el propósito de rendir nuestra voluntad a Jesucristo. (Hechos 3:19)
-Es una fiel obediencia al Señor Jesucristo y a su Palabra; la fe nos debe llevar a vivir una vida intachable; una vida basada en la santidad. (Josué 1:8)
-Es entrega y rendición a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. (Salmo 5:3)
Esa fe implica vivir en una relación personal día a día, fundamentada en la meditación de su Palabra; esa fe es la que nos lleva a crecer en el conocimiento de Dios, a dar fruto en toda buena obra y a ser fortalecidos en todo sentido en su glorioso poder (Colosenses 1:10-11).
Que Dios les bendiga.
La gracia es la misericordia, amor y perdón de Dios; por medio de la cual da salvación y vida eterna a todos los pecadores, por la fe en Cristo Jesús, a través del Espíritu Santo; quien imparte en nosotros el poder para hacer la voluntad de Dios y apartarnos del pecado.
El don de esa gracia de Dios es la Salvación, y esta sólo puede obtenerse por la fe.
Veamos qué es fe según el diccionario de la lengua española: Fidelidad en cumplir los compromisos, lealtad, garantía. Confianza. Creencia en los dogmas de una religión. Creencia fervorosa. Fidelidad. Atestiguar, certificar.
El significado es claro; luego, la fe para alcanzar la salvación es creer en Jesucristo, no existe otro medio; en Romanos 10:9 nos dice que "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, será salvo" Ahora, nosotros no nos podemos quedar ahí; debemos disponer nuestro corazón día a día, para que la obra del Espíritu Santo de Dios continúe en cada uno de nosotros, santificándonos mediante su Palabra.
Si no creemos, si no hay un verdadero arrepentimiento, si no hay obediencia y no hay entrega y rendición, no puede haber fe. Porque la fe:
-Es creer y confiar de todo corazón que Jesucristo murió en la cruz y resucito, y está a la diestra de Dios. (Romanos 10:9)
-Es tener un genuino arrepentimiento, reconocer que somos pecadores y apartarnos del pecado, con el propósito de rendir nuestra voluntad a Jesucristo. (Hechos 3:19)
-Es una fiel obediencia al Señor Jesucristo y a su Palabra; la fe nos debe llevar a vivir una vida intachable; una vida basada en la santidad. (Josué 1:8)
-Es entrega y rendición a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. (Salmo 5:3)
Esa fe implica vivir en una relación personal día a día, fundamentada en la meditación de su Palabra; esa fe es la que nos lleva a crecer en el conocimiento de Dios, a dar fruto en toda buena obra y a ser fortalecidos en todo sentido en su glorioso poder (Colosenses 1:10-11).
Que Dios les bendiga.