Esta Palabra es maravillosa; ¡Él vive! que seguridad tenemos en nuestro Salvador JESUCRISTO, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén (Romanos 9:5). Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos (Romanos 14:8b), fuimos comprados a precio de su sangre preciosa; nuestra vida debe ser de entrega y rendición a Él, para llevar una vida de santidad, por Él debemos permitir una vida dispuesta a su Santo Espíritu para que seamos santificados día a día a través de su Palabra.
En Él estamos completos, ya que en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9-10). En que mejores manos podrían estar nuestras vidas, sino en las manos de Él, donde nunca nadie nos podrá arrebatar, donde jamás pereceremos; en Él estamos seguros.
Nuestro compromiso personal, debe ser radical y muy convencidos del amor de Jesucristo y del sacrificio en la cruz, quien sufrió la muerte y muerte de cruz para que nosotros tuviéramos vida y vida eterna; ¡qué dádiva de Dios por amor a nosotros! (Romanos 6:23). Por tal motivo nuestras vidas deben ser apartadas del mundo, para vivir vidas santas para Dios,
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1juan 2:15-17).
Bendiciones.