viernes, 18 de junio de 2010

Decisiones que llevan a la victoria o al fracaso

"..ACONTECIO QUE LOS HIJOS DE MOAB Y DE AMON, Y CON ELLOS OTROS DE LOS AMONITAS, VINIERON CONTRA JOSAFAT A LA GUERRA.
ENTONCES ÉL TUVO TEMOR; Y JOSAFAT HUMILLO SU ROSTRO PARA CONSULTAR AL SEÑOR, E HIZO PREGONAR AYUNO A TODO JUDA"
2 Crónicas: 20:1-3



Cuando buscamos a Nuestro Señor y le clamamos,  Él nos oye y nos libra de nuestros temores y angustias (Salmo:34:4-6); Si nuestra confianza está puesta en el, y le  consultamos, podemos estar seguros de su guianza pero, los afanes de este mundo nos hacen tomar decisiones apresuradas, sin la dirección de Dios y tomamos caminos equivocados, como  el caso que se registra en el libro de Rut, cuando Elimelec y su familia determinan salir de Belén de Judá (Casa del pan) por la hambruna que hubo en esos días, y morar en los campos de Moab; no consultaron a Dios y se radicaron en una tierra de maldición, lugar de dolor para ésta familia, porque allí, murió Elimelec y luego murieron sus hijos; quienes se habían casado con mujeres moabitas (1: 1-5)
En las Sagradas Escrituras se registran muchos casos  del pueblo de Israel, y de hombres que  consultaron a Dios en la toma de decisiones y siempre Nuestro Dios tuvo una victoria para ellos, como el caso de Josafat:" Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Dios puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres mucha riqueza...; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho" ( Crónicas: 20:22-25).
Cuando tomamos decisiones equivocadas sin consultar a Dios, y las cosas no nos salen bien, culpamos a Nuestro Señor por ello, como pasó en el libro de Rut:"Y ella les respondía: No me llaméis Noemí (mi delicia), sino llamadme Mara (amargura); porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Dios me ha vuelto con las manos vacias." (1:20 -21).

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos:4:16).
Bendiciones.