martes, 6 de marzo de 2012

En la comunión íntima se conoce al Eterno Dios

Salmo 25:14
"La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,
Y a ellos hará conocer su pacto".


En la intimidad con nuestro Señor, es donde tenemos la revelación de la Palabra para llegar al conocimiento de Dios; podemos conocer de la Palabra, desde Génesis hasta Apocalipsis, pero si no hay intimidad con nuestro Padre Celestial y su Hijo Jesucristo, no hay revelación y no podemos de verdad conocer de Dios, en 1Corintios 1:9 "Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro".

Sin intimidad con Dios tampoco podemos entender del verdadero amor de Dios, que es lo que marca la diferencia en nosotros los que amamos a Dios; "De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" Juan 13:35.

"Así dice el SEÑOR: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco--declara el SEÑOR" Jeremías 9:23-24 (el subrayado es mío). A veces escuchamos a muchos predicadores que recitan la biblia de la A hasta la Z y esto es maravilloso, pero lo triste es que cuando la recitan en sus prédicas, observamos mucha pedagogía, y muy poca sazón, porque la sazón viene de la intimidad con el Espíritu de Dios. Esta es la causa por la cual muchas ovejas salen de los rediles en busca de buenos pastos; entiendo que ellas no buscan un redil perfecto, lo que buscan es un buen pasto, no reseco, jugoso; que alimente, regado con el agua del cielo.

Yo puedo decir que conozco a X persona, solamente cuando tengo una relación de amistad o comunión con ella, de resto no puedo ufanarme de que la conozco; lo mismo es acerca de Dios, lo conocemos, sólo si, tenemos una comunión con Él; y es allí donde viene la revelación y podemos decir como Job "De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven" (42:5).

Que el bien y la misericordia de Dios sean siempre en nuestra vida.