viernes, 16 de julio de 2010

Incredulidad

"Y NO HIZO ALLI MUCHOS MILAGROS, A CAUSA DE LA INCREDULIDAD DE ELLOS"
Mateo 13:58







La incredulidad es la dificultad que tenemos para creer una cosa, es la falta de fe; es un desconcierto abrigar en nuestro corazón cualquier clase de incredulidad, porque esto nos lleva a la desconfianza; pero lo peor es que la incredulidad nos lleva a la desobediencia, porque solo obedecemos cuando vemos la cosas,  pero precisamente la Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción  de lo que no se ve (Hebreos 11:1); es decir Fe es creer, es fidelidad, es confianza en Nuestro Eterno Dios.
Por eso , como dice el Espíritu Santo en la Escritura: Si hoy escuchan ustedes  lo que Dios dice, no endurezcan su corazón como aquellos que se rebelaron y pusieron a Dios a prueba  en el desierto. Allí me pusieron a prueba los antepasados de ustedes, aun cuando habían visto mis obras durante cuarenta años (Hebreos 3:7-9). Éstas palabras de Nuestro Dios nos muestra su dolor causado por la  incredulidad  de su pueblo. Hoy pasa lo mismo los afanes de la vida nos llevan a tener una vida espiritual muy liviana; no tenemos tiempo para tener comunión con Nuestro Padre eterno; no hay tiempo para meditar en su Palabra, porque no es lo mismo leer que meditar y como consecuencia de todas estas circunstancias tenemos en nuestro corazón  una  actitud de incredulidad y por ende hacemos todo en nuestras fuerzas sin la dirección del Santo Espíritu de Dios y al final de todo nos sentimos cansados y hasta frustrados.
Observemos a Jesús reprender a sus discípulos por su actitud incrédula en la sanidad de un muchacho lunático, a quien no pudieron sacar un demonio; por falta de fe (Mateo 17:14-21); y ésta fe solo se acrecienta a través de la oración y la meditación de la Palabra. Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
Hoy le animo a buscar más de la presencia y guianza de Nuestro Eterno Dios, para que a través de su Santo Espíritu y en el  amor de su Santo hijo Nuestro Señor Jesucristo nos quite toda dureza e incredulidad de  nuestro corazón, porque ésto no nos permite entrar al reposo de Dios, tal como le pasó a aquellos en el desierto que no obedecieron y vemos que no pudieron entrar  porque no creyeron (Hebreos 3:18-19).
Muchas bendiciones.