Nuestro eterno Dios es digno de toda alabanza; en nuestra adoración el corazón expresa todo lo que hay en él; ese amor que Dios derramó en nuestro corazón (Romanos 5:5) es lo que nos permite expresar con nuestros labios, palabras, salmos, himnos, y cánticos espirituales de alabanza a nuestro Dios y Padre; como también nos permite gloriarnos en las tribulaciones, en la paciencia, en la prueba, y en la esperanza.
Veamos Génesis 22: 1-5 ... El muchacho y yo seguiremos adelante, adoraremos a Dios, y luego regresaremos. En este capítulo 22 vemos que Abraham es probado por Dios, pidiéndole a su hijo Isaac en holocausto, en el versículo 5, Abraham obedece sin ninguna objeción, expresando que iba a adorar a Dios, juntamente con su hijo.
La obediencia es una forma de manifestar nuestra adoración y amor a Dios; luego un corazón en desobediencia no puede adorar a Dios, porque está en pecado:
No me apartes de ti; ¡no me quites tu santo espíritu!
Dame tu ayuda y tu apoyo; enséñame a ser obediente, y así volveré a ser feliz.
A los pecadores les diré que deben obedecerte y cambiar su manera de vivir.
Señor y Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de la muerte, y entre gritos de alegría te daré gracias por declararme inocente. Abre mis labios y te cantaré alabanzas.
Salmo 51:11-15
La adoración viene de lo profundo de nuestro espíritu en unión con el Espíritu de Dios, quien es el que fortalece la adoración.
¡Vamos, cantemos con alegría! ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Él nos salva y nos protege!
¡Vayamos a darle gracias! ¡Cantémosle himnos de alabanza!
Nuestro Dios es poderoso, ¡es el rey de todos los dioses!
Nuestro Dios tiene en sus manos lo más profundo de la tierra; suyas son las montañas más altas.
Suyos son el mar y la tierra, pues él mismo los creó.
¡Vamos, adoremos de rodillas a nuestro Dios y creador!
Pertenecemos a Dios; nosotros somos su pueblo. Él es nuestro pastor, y nosotros somos su rebaño; ¡estamos bajo su cuidado!
Salmos 95: 1-7
Dios les bendice.