"Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén".Gálatas 1:4-5
El sacrificio de Cristo por nuestra redención, fue tan grande, que Él no se merece que llevemos una vida espiritual sin sentido, veamos un ejemplo en las Sagradas Escrituras en 1 de Samuel, en el capítulo 1:3 donde nos señala que dos hijos de Elí: Ofni y Finees eran los sacerdotes de nuestro Dios, pero observemos que en el capítulo 2:12 nos dice que éstos eran hombres impíos y no tenían conocimiento de Dios. Los hijos de Elí celebraban rituales sin ningún sentido a Dios, rituales celebrados con un corazón lleno de maldad e iniquidad; la vida espiritual de los hijos de Elí no tenía un norte, hacían toda clase de cosas contra el pueblo de Israel; dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión, Elí su padre los honró más a ellos; les daba lo mejor de las ofrendas, hollando así los sacrificios y ofrendas que Dios mandó se le ofrecieran. La resequedad espiritual por la que pasaba Israel, trajo como consecuencia que la palabra del Señor escaseara en aquellos días y no había visión con frecuencia.
La falta de conocimiento nos lleva a cometer grandes errores en la vida en general; y como cristianos que somos, el no conocimiento nos lleva a una vida espiritual mediocre, vacía, sin colorido, sin sabor; y la falta de conocimiento al cual me refiero no es el desconocimiento de la Palabra de Dios, no, recordemos que los fariseos y los escribas conocían y recitaban de memoria la Torá o Toráh(el pentateuco), pero no conocían al Dios de la Torá, hay muchas personas hoy en día que conocen la Biblia de principio a fin, pero no conocen al que inspiró la Biblia; no tienen la revelación del conocimiento divino, porque este conocimiento sólo y sólo se logra mediante el Espíritu Santo de Dios, no hay otro camino pues Él es quien nos lleva a toda verdad.
"Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les conceda el don espiritual de la sabiduría y se manifieste a ustedes, para que puedan conocerlo verdaderamente" Efesios 1:17.
Por ello no debemos contentarnos con una vida espiritual a medias, su entrega fue tan grande, que no merece de nosotros las migajas; pensamos que el participar de los rituales de la iglesia, ya cumplimos con la parte espiritual, y, esto es bueno, pero no es lo primordial en nuestra vida espiritual; lo primordial es una vida de comunión y oración con nuestro Dios basada en la meditación de la Palabra, una vida de santidad, de obediencia y fidelidad como respuesta a su gran amor: el de no haber escatimado a su propio Hijo, entregándolo a una muerte y muerte de cruz por cada uno de nosotros.
Nuestra gratitud a Dios es disponer nuestro corazón cada día, para que a través de su Santo espíritu podamos llevar una vida de testimonio, no como una imposición, sino a través de una vida rendida, consagrada y apartada del mundo para nuestro único Señor y Salvador Jesucristo. Que nuestra vida espiritual tenga propósito cada día, y podamos decir como el apóstol Pablo: "Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí" Gálatas 2:20.
El sacrificio de Cristo por nuestra redención, fue tan grande, que Él no se merece que llevemos una vida espiritual sin sentido, veamos un ejemplo en las Sagradas Escrituras en 1 de Samuel, en el capítulo 1:3 donde nos señala que dos hijos de Elí: Ofni y Finees eran los sacerdotes de nuestro Dios, pero observemos que en el capítulo 2:12 nos dice que éstos eran hombres impíos y no tenían conocimiento de Dios. Los hijos de Elí celebraban rituales sin ningún sentido a Dios, rituales celebrados con un corazón lleno de maldad e iniquidad; la vida espiritual de los hijos de Elí no tenía un norte, hacían toda clase de cosas contra el pueblo de Israel; dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión, Elí su padre los honró más a ellos; les daba lo mejor de las ofrendas, hollando así los sacrificios y ofrendas que Dios mandó se le ofrecieran. La resequedad espiritual por la que pasaba Israel, trajo como consecuencia que la palabra del Señor escaseara en aquellos días y no había visión con frecuencia.
La falta de conocimiento nos lleva a cometer grandes errores en la vida en general; y como cristianos que somos, el no conocimiento nos lleva a una vida espiritual mediocre, vacía, sin colorido, sin sabor; y la falta de conocimiento al cual me refiero no es el desconocimiento de la Palabra de Dios, no, recordemos que los fariseos y los escribas conocían y recitaban de memoria la Torá o Toráh(el pentateuco), pero no conocían al Dios de la Torá, hay muchas personas hoy en día que conocen la Biblia de principio a fin, pero no conocen al que inspiró la Biblia; no tienen la revelación del conocimiento divino, porque este conocimiento sólo y sólo se logra mediante el Espíritu Santo de Dios, no hay otro camino pues Él es quien nos lleva a toda verdad.
"Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les conceda el don espiritual de la sabiduría y se manifieste a ustedes, para que puedan conocerlo verdaderamente" Efesios 1:17.
Por ello no debemos contentarnos con una vida espiritual a medias, su entrega fue tan grande, que no merece de nosotros las migajas; pensamos que el participar de los rituales de la iglesia, ya cumplimos con la parte espiritual, y, esto es bueno, pero no es lo primordial en nuestra vida espiritual; lo primordial es una vida de comunión y oración con nuestro Dios basada en la meditación de la Palabra, una vida de santidad, de obediencia y fidelidad como respuesta a su gran amor: el de no haber escatimado a su propio Hijo, entregándolo a una muerte y muerte de cruz por cada uno de nosotros.
Nuestra gratitud a Dios es disponer nuestro corazón cada día, para que a través de su Santo espíritu podamos llevar una vida de testimonio, no como una imposición, sino a través de una vida rendida, consagrada y apartada del mundo para nuestro único Señor y Salvador Jesucristo. Que nuestra vida espiritual tenga propósito cada día, y podamos decir como el apóstol Pablo: "Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí" Gálatas 2:20.
Dios les bendiga