jueves, 14 de junio de 2012

La obediencia

Samuel respondió: "¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey." 
1 Samuel 15:22-23


Según el Diccionario de la lengua española
Obedecer: Cumplir lo que se manda.
En el plano espiritual, significa aceptar, y hacer la voluntad de Dios, cumplir con su Palabra (Santiago 1:22-25).

Desde Génesis hasta Apocalipsis Dios nos exhorta a obedecer sus mandatos, los cuales no son gravosos (1 Juan 5:3).  Cuando obedecemos su Palabra, demostramos nuestro amor (Juan14:21), como también es una demostración de nuestro compromiso con Dios, pues obedecer demanda de nosotros el apartarnos de todo aquello que obstaculiza el cumplimiento de ese acto de fe en su Palabra. El obedecer traerá como consecuencia bendiciones para nuestra vida y la de nuestra descendencia; así mismo la desobediencia traerá maldiciones tanto para nuestras vidas como para nuestra descendencia. Como padres damos cobertura a nuestra descendencia de bendición o maldición.

Jesucristo es nuestro gran ejemplo de obediencia, veamos lo que el apóstol Pablo le expresó a los Filipenses: "La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.

Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!" Filipenses 2:5-8.
Ese amor que expresó Cristo Jesús al morir en la cruz por cada uno de nosotros, en suma obediencia, es lo que nos debe motivar para hacer la voluntad de Dios, la cual nos conduce a vivir en santidad y fidelidad. Cristo es la fuente de la obediencia para la salvación eterna, pues el que ha nacido de nuevo, es llevado por el Santo Espíritu de Dios a purificarse al obedecer su Palabra (Juan 17:17). El obedecer trae limpieza a nuestra alma (Juan 15:3).

"El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy.
Y si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el Señor nuestro Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos" Deuteronomio 6:24-25.

Grandes bendiciones.